Casi todos los que están leyendo estas líneas conocen quién fue Enrique Shaw. Saben de su nacimiento en París, del fallecimiento de su madre cuando tenía 4 años, conocen que fue un excelente alumno del Colegio La Salle y que ostenta el título de oficial graduado de la Armada Argentina más joven de la historia. También saben de sus 9 hijos, de la fundación de ACDE, del enorme afecto que le tenían sus empleados y de su enfermedad. Saben incluso que Enrique Shaw es ‘casi’ santo. Y eso lo diferencia y distingue del resto de los mortales. Lo separa y lo lleva a un terreno celestial, de lo inalcanzable. Por fortuna llega ‘Un empresario en plenitud’, el libro de Sara Critto de Eiras, que invita a pensar a Enrique Shaw y a su obra desde su cotidianeidad como empresario. Un aspecto ciertamente postergado en medio de tantas historias que lo alzaron en su faceta más humana que de la gestión.
¿Qué pensaba desde la Alta Gerencia? ¿Cómo actuaba como jefe? ¿Qué valores proponía? ¿Cómo negociaba? ¿Qué rol del empresario difundía? ¿Qué ideas tenía para el desarrollo social? El libro de ‘Sarita’, que lleva el subtítulo ‘Enrique Shaw y su eficaz desempeño’, hace hincapié en qué clase de empresario y hombre de negocios era. Sus 269 páginas bajan a la tierra conceptos que bien podrían darse en las carreras de Administración de Empresas en las universidades. Y, de hecho, desde octubre de 2018 ya se aplican en la Universidad Católica de Cuyo, que lanzó la Cátedra Abierta de Administración “Enrique Shaw”, y que promueve una cultura empresaria sustentada en los valores y la ética.
Shaw basaba muchos de sus principios en la Doctrina Social de la Iglesia. Pero en lo que respecta a las empresas, era un visionario. Sus ideas sobre temas tan variados como gestión y administración, Recursos Humanos, Finanzas, políticas de beneficios para empleados, marketing y el rol social del sector privado, entre muchos otros aspectos, estaban adelantados cuatro décadas. Literalmente. Por ejemplo, el concepto de ‘equilibrio entre la vida personal y el trabajo’, hoy de moda por influencia y exigencia de la Generación del Milenio, estaban plasmados hace 60 años por Shaw. Otro ejemplo: La Asignación Universal por Hijo, presentada como una ‘revolución’ en 2011 por el gobierno kirchnerista tienen sus bases conceptuales en la redacción que Shaw coordinó de la Ley de Asignaciones Familiares. Casi un copy-paste.
¿Qué es un empresario?
‘Un empresario en plenitud’ enseña que los hombres y mujeres de negocios no están ‘más allá del bien y del mal’ sino que son un eslabón clave del desarrollo social. “La función del empresario es sentirse solidario de su obra. Cada empresario y cada obrero, trabajando de consuno, construyen la paz social. El conflicto de intereses es normal; el de clases, no”, dice Shaw. Y convoca a sus colegas a “reflexionar juntos en un mismo espíritu de solicitud y de servicio”.
Shaw, según se deja entrever en el libro, entiende al intercambio económico capitalista como motor humanizante del mundo. Para el, el dinero y las finanzas son elementos secundarios en esos vínculos entre empresas, Estado, empleados y clientes. “La vida es intercambio de bienes, pero deben ser asumidos por la conciencia y la sensibilidad”, escribe Pedro José Frías, quien trabajaba con Shaw, en un texto en su memoria. En otras palabras, escribe Sara, “la empresa es una comunidad de vida, instrumento de dignificación de la persona, hogar de relaciones humanas, escuela de prudencia y responsabilidad y no un juego de funciones técnicas coordenadas de forma anónima”.
Como empresario, Shaw hacía foco en trabajar para la “felicidad” de los obreros, un concepto que, en el mundo del Management comenzó a estudiarse luego de los años 2000, cuando varias empresas vanguardistas ‘innovaron’ en la creación de las Gerencias de la Felicidad, para evitar la excesiva rotación de sus empleados. Pero esa felicidad no era gratuita: para Enrique, se lograba mientras se lograba hacer crecer la productividad y eso debían lograrlos también los empleados. Hay frases que cuestan situar en la época, consejos imposibles que hoy parecen cercanos, como esta tarea que da Shaw a sus pares: “Los dirigentes de empresa, al crear trabajo, no sólo deben distribuir, sino multiplicar la sonrisa de Dios”.
¿El maestro de Steve Jobs?
Leí el libro de Sarita en abril de este año. En esos momentos, apareció en la revista Fast Company una entrevista a Tim Cook, el CEO de la célebre Apple, en donde increíblemente los conceptos de Shaw se hacía eco en la voz del sucesor de Steve Jobs. Considere estas frases surgidas de algunas de mis dos lecturas: a) “Una persona financiera que sólo mire los ingresos y las ganancias puede pensar que somos buenos para ganar dinero. Pero no es lo que somos: somos un grupo de personas que tratamos de cambiar el mundo para mejor” b) “Tomamos muy en serio nuestros valores y queremos asegurarnos que todos nuestros productos reflejen esos valores. No queremos dejar al mundo peor de lo que lo encontramos. Queremos asegurarnos de tratar bien a toda la gente de nuestras cadenas de producción”. ¿Quién las dijo: Cook o Shaw? En este caso, las dijo el CEO de Apple, pero se ven reflejadas en muchos pasajes que Shaw hacía en forma visionaria.
El libro es un manual completo: pone en relieve la condición de líder (‘es quien se siente responsable’, ‘es quien sabe servir’) y hasta da pautas para no caer en prácticas abusivas (“Si una empresa sube los precios de una manera irresponsable cobrando el máximo que el mercado puede pagar simplemente porque tiene el poder para hacerlo, está trastornando los valores implícitos del sistema económico, anteponiendo su afán de lucro al servicio del público consumidor”).
Enrique Shaw encontró en este libro una vía para difundir su mensaje, para lograr empresarios con visión y sentido de transcendencia. Hombres y mujeres de negocios terrenales, pero más cerca de él.
Ficha
Título: Un empresario en plenitud
Autora: Sara B. Critto de Eiras
Primera Edición: Febrero 2018
Editorial: LID