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El desarrollo económico de la República de Corea

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Un caso de Productividad Inclusiva

El presente artículo integra la publicación «Productividad Inclusiva» del IAE Business School, de la Universidad Austral (diciembre 2021). En la entrega pasada compartimos «Crecimiento de la productividad total de los factores en la Argentina y a nivel provincial. Ineficiencias y cambio tecnológico», de Mauricio Grotz. Para leer el dossier completo, hacé clic acá.

 

El proceso de transformación productiva de la República de Corea (en adelante Corea) iniciado en la década de 1960 no solo expone un caso de industrialización acelerada y estabilidad macroeconómica, sino que, a su vez, el impulso sostenido a la productividad de los factores, intensa automatización industrial (actualmente la mayor del mundo) y bajo nivel de desempleo, lo presentan como un caso convergente con el proyecto Productividad Inclusiva.

Desde la gestión de planes quinquenales de desarrollo económico a partir de 1962 se inauguró un proceso exitoso de transformación productiva con el objetivo de promover la industria manufacturera y su exportación. En efecto, el crecimiento promedio anual del PIB en el período 1960-2019 fue 7,3%, conformando seis décadas de expansión. Ese desempeño generó mayor empleo y retribución al factor trabajo que, al notar el aumento sostenido del PIB per cápita, emerge evidencia positiva sobre productividad inclusiva. Concretamente, en el inicio de la década de 1960 el PIB per cápita representaba solo el 7% del correspondiente a los países de la OCDE, mientras que en el decenio 1980 había ascendido a 20% y, finalmente, en el período 2010-2019 representaba casi el 80%.

Otra de las características distintivas fue la acumulación de capital físico y humano. La inversión de la economía fue impulsada como necesidad de dinamizar e incluir a los demás sectores de actividad económica. La inversión bruta interna fija (IBIF) hacia el inicio del decenio 1960 se situó en 12% del PIB, en el decenio 1980 alcanzó un promedio de 31% del PIB y continuó en un promedio similar en el período 2000-2019.

Por otro lado, desde la década de 1980 la inversión en investigación contribuyó a generar las condiciones de desarrollo e innovación de nuevas tecnologías. En efecto, se amplió la capacidad de desarrollo de tecnologías básicas necesarias para lograr la autosuficiencia en sectores nuevos como los de semiconductores y telecomunicaciones. En ese sentido, la inversión en I+D se situó en un monto promedio anual de 2,5% del PIB durante 1990-2009. Mientras que durante 2010-2019 en 4,2%, llegando hacia el año 2019 al nivel más alto del mundo, 4,7% del PIB.

Adicionalmente, la inversión del sector privado en ese campo llegó a representar entre un 70% y un 80% de la inversión total del país hacia la década de 1990. De acuerdo con datos oficiales, en el año 2000 el número de instituciones privadas de investigación se elevó a 7.100 a partir de 749 en 1990 y 52 en el año 1980.   La estrategia industrial permitió que muchas áreas urbanas se desarrollaran rápidamente. El desarrollo geográfico de los complejos industriales tuvo una perspectiva de inclusión social de mayor alcance y, asimismo, se evitaba la concentración del mercado. En virtud de este aspecto se generaron complejos industriales e infraestructura en zonas geográficas menos dinámicas. En ese marco, se impulsó el desarrollo controlado de regiones satélites y la restricción del desarrollo en áreas urbanas más dinámicas a los efectos de evitar desequilibrios en los mercados, principalmente con foco en la distribución del empleo. Se reubicaron universidades y organizaciones de investigación de Seúl a otras regiones.

Lápices de colores en la mano de una niña estudianteOtro de los factores de inclusión y productividad fue el desarrollo del sistema educativo, el cual fue un objetivo simultáneo al proceso de transformación industrial. La expansión del sistema acompañó a las etapas de crecimiento económico. Desde el protagonismo de la educación primaria que proporcionó trabajadores adecuados para las industrias livianas que requerían intensa mano de obra en la década de 1960. Luego, el desarrollo de la educación secundaria contribuyó a las industrias con uso intensivo de capital en los años setenta y ochenta, y, finalmente, la expansión de la educación superior en la década de 1990 sentó las bases para la economía basada en el conocimiento.   Sin dudas, el desempeño educativo coreano fue un factor notable para el desempeño productivo y de inclusión social al mercado de trabajo. En 1959 la tasa de promoción en la enseñanza primaria llegó al 96% y se estableció en un nivel promedio del 100% en el período 1970-2019, por encima del promedio mundial y de los países de la OCDE. Respecto a la educación secundaria, en el decenio de 1970 la proporción promedio anual de inscripción era 54%, mientras que en los países de la OCDE era 74,75%. Sin embargo, hacia fines de la década de 1980 el 93% de los estudiantes en edad escolar secundaria estaban inscriptos, nivel superior al de los países desarrollados (85%).

Por otro lado, desde el inicio del siglo XXI, se implementaron reformas para mejorar la calidad de la educación de nivel superior como las destinadas a impulsar la colaboración entre la industria y el ámbito académico, desarrollo de talentos para las principales industrias en las zonas económicas regionales y un programa a nivel universitario que combina la iniciativa de innovación regional con otros proyectos de especialización de institutos de educación superior.

En suma, el desarrollo coreano nos plantea un caso de Productividad Inclusiva, pues una agenda de inclusión social y de impulso a la productividad, se desarrolla en un contexto de crecimiento económico y del producto por trabajador. Asimismo, y como lo observamos en este caso, es indudable que la estrategia de desarrollo educativo se tradujo en un complemento determinante para sostener el crecimiento y el aumento del producto por persona.

Sobre el autor

E. Fracchia y M. Calveira

Eduardo Fracchia. Ingeniero Industrial (UBA), Licenciado en Economía (UBA) y Doctor en Economía y Dirección de empresas (IESE, Universidad de Navarra). Director del área de Economía del IAE Business School y profesor de la Universidad Austral.

Martín Calveira. Licenciado en Economía (UBA) y estudios de posgrado (UBA). Investigador del IAE Business School y profesor de Macroeconomía y Política Económica en la FCE UBA.

Responder a Diseño como vehículo de innovación para oportunidades de inclusión – EMPRESA X

3 comentarios

  • Los autores han descripto muy bien el crecimiento económico de la Republica de Corea, pero no hicieron mención alguna a la principal razón que a mi criterio permitió ese desarrollo, allí, no se hostiliza a los empleadores ni al Empleo como ocurre aquí con las cláusulas indemnizatorias de la Ley de Contrato del Trabajo, sus anexas y los estatutos especiales.
    En Corea se protege mejor a los trabajadores con los seguros de desempleo, con lo cual, la contratación no crea cargas por despido, entonces, la empleabilidad se expande, los emprendimientos y las inversiones se multiplican y todo ello permite un alto nivel de empleo, mejores sueldos y la generación de riqueza, fundamental para el desarrollo económico de las naciones.
    En mi último artículo publicado este sabado 12 en Perfil titulado » Lo que el FMI no conoce de Argentina» explico porque nuestro paìs está estancado, las sencillas razones que permiten el desarrollo de los países y por que los economistas, no solo los de nuestro país, omiten mencionar al Empleo como el factor más importante del desarrollo econòmico.

    • aquí hay mucha injusticia SOCIAL Y LABORAL, falta inclusión y faltan proyectos referidos a este tema.
      PODRÁN SALIR DE ACDE ?????
      SE HARÁ HONOR A ENRIQUE SHAW ????????